lunes, 27 de abril de 2009

Hablemos de Acrílico

En los últimos años mis preferencias por el acrílico han aumentado, en detrimento del óleo.
Además de considerar la ausencia de toxicidad y su velocidad de secado, me seducen las posibilidades del acrílico a la hora de crear efectos matéricos, en su aplicación a espátula, o incluso por su similitud con la acuarela cuando se emplea de manera fluida.

Algunos autores consiguen efectos similares al óleo, como es el caso de Hernán Cortés, que recientemente ha expuesto en la Sala Cajasol de la capital hispalense.

El acrílico también ha ganado terreno al óleo por sus facilidades de corrección, y ausencia de cuarteamientos al superponer capas, esto lo hace especialmente indicado para impartir clases de pintura, donde los alumnos "impacientes" quieren ver los resultados de immediato.

En el trabajo de abajo se pueden apreciar tanto los "chorreados", como las descargas a espátula, su carácter expresionista deriva del uso de colores puros, en parte yuxtapuestos, y no se consideran efectos de modelado o degradados, al tratarse de una obra ejecutada por "instinto",
sin modelo ni referentes.





El acrílico también tiene otra ventaja: es poco exigente con los soportes; cualquier tablero minimamente tratado es subceptible de ser usado para el acrílico. Una vez acabada la obra podemos barnizarla si ha quedado muy mate, sin esperar tanto como ocurre con el óleo.


En el mercado podemos encontrar "medium" para retardar el secado, fluidificarlo, o empastarlo; si queremos mezclarlo con arena, (sin salitre) o piedra pómez podemos hacerlo, pero su aplicación debe ser inmediata, luego hemos de planificarnos bien, y a la hora de abrir un tubo... pensarlo dos veces.

martes, 21 de abril de 2009

Sin Dibujo no hay Paraiso (3)

El “saltito” a la sanguina desde la “seguridad” del grafito no siempre resulta satisfactorio. La mar de las veces se sobrepasa uno en la “dosis”, o lo que es lo mismo se presiona en exceso, y se confía demasiado en posteriores rectificaciones. El resultado: un dibujo “machacado”.
Desarrollar las posibilidades de los lápices de sanguina, sepia, (y otros colores en lápices pastel), requiere de un cierto tacto. Como decía, la presión inicial debe ser mínima, como “acariciando” el papel. Esto se consigue sosteniendo el lápiz con solo dos dedos: pulgar e índice y haciendo que el trazo sea fluido y sutil, dejando la muñeca rígida y basculando el codo, incluso el hombro si el trazo es amplio.
Si las descargas dominantes son de oblicuas, (paralelas entre sí), tomaremos el lápiz muy inclinado, casi paralelo al papel y sin presionar excesivamente lo haremos girar un poquito cada dos o tres trazos, de esta manera aprovecharemos sus aristas para lograr líneas de poco grosor.
En el dibujo de abajo he introducido algunos otros pasteles de color, no es lo más aconsejable en los inicios; es preferible centrarse en las variaciones tonales, aplicando diferentes presiones con el lápiz y modificando las tramas.


La sanguina puede manipularse con el dedo corazón o el meñique para “fijarla” y también para conseguir difuminados, aunque es preferible darle fijador, o en sustitución del mismo una laca barata, (no quiero decir marcas).
Este dibujo ha sido elaborado del natural, y casi todos los alumnos lo han ejecutado en sanguina, pero cada cual le ha dado más o menos énfasis a los tamaños y a las luces y sombras, así como a la disposición de los nísperos y sus hojas, (según su punto de vista).

viernes, 17 de abril de 2009

Sin Dibujo no hay Paraiso (2)

Ocurre bastante a menudo, (cuando me preguntan sobre los Cursos que imparto); me encuentro con frases como: -"yo domino perfectamente el dibujo"; -"yo no tengo problemas con el dibujo…"; o la última que me han “soltao”: -"yo, en dibujo voy sobrao”. -Y se quedan tan panchos y contentos. Yo, sin embargo, para mis adentros, me quedo perplejo.
Después, a la hora de verdad, cuando se les pone un modelo del natural delante, la cosa cambia, y a veces cambia y mucho. Si no fallan en perspectiva, lo hacen en modelado, o en composición; y del tema de los escorzos ya ni hablemos.
Pero bueno, cada cual se valora como quiere; lo cierto es que en materia dibujística hay mucha tela que cortar, y que a menudo vemos a ¿pintores? locales haciendo gala de un “oficio” que deja bastante que desear. Puede que en otra ocasión entremos en este espinoso terreno, (el de la mediocridad dibujística nazarena, que daría para escribir más de un volumen), por ahora nos contentaremos con lanzar al aire esta apreciación, constatada como galerista y observador del panorama artístico, durante más de dos décadas.
Y vamos al lío: ¿Qué entendemos por dibujar bien? Dibujar bien, no es reproducir una foto de escarabajo pelotero y hacer que se parezca tanto al original que se puedan confundir entre sí; dibujar bien no es trabajar un rostro desde una foto hasta conseguir un parecido real con un modelado suave a base de insistir con el difumino; o lograr verismo en la representación de los encajes de la Vírgen de turno. No, dibujar bien no es eso; porque eso, como me decía Paco Cuadrado tiempo ha, es todo cuestión de echarle horas de trabajo al tema en cuestión.
Pero entonces… ¿Qué es dibujar bien? Dibujar bien exige ante todo adquirir mentalidad de dibujante. Educar el ojo, para imaginar la representación en su conjunto, observar los espacios vacíos y darles la importancia que merecen, (que no es poca); conseguir un trazo fluido, donde la presión del lápiz consiga el tono justo, sin la intervención permanente del difumino y la goma, e intentar con las descargas mínimas de líneas y manchas expresar lo máximo.
Por otra parte, dibujar, significa "acercarse" al menos a las formas ortodoxas y al bien hacer de los grandes dibujantes considerados ya “clásicos”, dígase Leonardo, Ingres, o Fortuny; pero además, dibujar hoy significa también: indagar en el trazo de Matisse, (tratando de explicarlo todo con una línea serpenteante); ver descargas aéreas y fluidas de Picasso; observar los garabateados de Rafael Alberti, poetizando el trazo; o la gestualidad de Dalí transmitiendo su estado anímico y su seguridad, (o su inseguridad a veces)... y por supuesto, bucear en las maneras de Egon Schiele, referente y modelo para tantos universitarios actuales.
DIBUJAR, también exige el comportarse como diseñador, y como arquitecto, o ilustrador; haciendo que las ideas preconcebidas se materialicen en el papel de una manera inteligible y artística, como hiciera G. Doré, con La Divina Comedia de Dante (y otros tantos libros mitológicos); convertir las ideas y la descripción literaria ajena, en dibujos que casi superaron a la obra en sí.

Gustavo Doré: Obra-ilustración de La Divina Comedia, de Dante.
Y por último, dibujar bien significa adquirir una manera propia de tratamiento, de tal suerte que los temas que abordemos, (anatomías, paisajes, naturalezas muertas…) identifiquen al autor, y lo separen de los demás por su peculiar forma de hacer, o lo que es lo mismo poner su sello personal, como lo hacen contemporáneos nuestros, como Antonio Milla, Sánchez Baillo, o Antonio Agudo. Eso, es saber dibujar.
Después de este sintético “repaso”, imagino que más de cuatro debieran someterse a una cura de humildad, algo que viene muy bien por estos lares en materia artística.
Los que tengan “algo que decir” en materia dibujística, no estaría de más que se batieran el cobre en alguno de los Certámenes Nacionales dispersos por toda nuestra geografía; si desean las “bases” de alguno puedo facilitárselas, aunque es muy fácil acceder a ellas con la tecla del “ratón”.
El dibujo de la derecha fue seleccionado en el Certámen de Dibujo que anualmente convoca el Ayuntamiento de Benalmádena y expuesto en el Castillo Bill Bill.
Por mucho que se insista, nunca será lo suficiente, en lo que respecta al perfeccionamiento en materia dibujística. Las actuales Facultades de Bellas Artes minimizan el dibujo, y magnifican la “creatividad”; una pena, y así salen como salen, tras cinco años de carrera. Yo, por mi parte... seguiré intentando aprender a dibujar.

lunes, 13 de abril de 2009

Pensares e decires (2)



Creo que fué el periodista José Mª Carrascal, quien dijo tiempo atrás, que conocía dos tipos de pintores; los pintores "torturados", y los "gozosos". Me llamó la atención tan esquemática disyuntiva ante la pintura, y a veces pienso en ella. Al primer grupo pertenecerían todos los que se adhieren a una manera de hacer detallista, forzada, organizadora de espacios, meditada en colorido, y disimuladora del proceso de ejecución; los segundos en cambio son los que en su "factura" transmiten y expresan soltura de trazo, libertad cromática, espontaneidad... (algo así decía Carrascal).

No creo que se pueda ser tan tajante, o tan reducionista, pero es obvio que el estado anímico y la manera de ser, imponen su sello característico en la pintura. No obstante el que suscribe se adhiere a uno y otro grupo, y a veces salen cosillas "gozosas", como estas dos acuarelitas que fueron realizadas con un fondo musical de Vivaldi.
En acuarela, es fácil acomodarse a la manera gozosa de trabajar, se pueden emplear pinceles redondos, de carga, como los llamados "de sable, o de espada" y combinar la misma con trazos de lápiz, (en este caso utilicé el denominado "lápiz mercantil" parecido a los lápices acuarelables, pero de tinta sólida.
Hace un par de años tuve en mis manos un libro curioso, al que le dedique poco tiempo de lectura, porque me pidieron devolverlo: El placer de dibujar, recuerdo que era poco ortodoxo, pero a los que quieran formar parte de los pintores "gozosos"... se lo recomiendo.

Hablemos de acuarela (2)

Existe un mito maldito en torno a la acuarela: -no admite rectificaciones. Esto no es cierto del todo. A veces, los alumnos me traen acuarelas dadas por “perdidas”, y con una buena dosis de agua y el “clínex” se salvan. Otras veces, basta con ayudarse del negro o el gris payne y descargarles una buena dosis contrastante en los primeros planos, para que acuarelas desvaídas adquieran viveza. En otras ocasiones he recurrido a la cuchilla del “cuttex”, o incluso al poder antipigmentario de la lejía para extraer blancos… es importante que la acuarela posea contrastes de valor significativos, para que despierte interés. En la que aparece a continuación incluso creo que me excedí, pero se justifican en este caso por el excesivo énfasis dado a la arquitectura, es decir al castillo del segundo plano, (y es que se trataba de una obra de encargo donde el protagonista era precisamente el castillo).


Son muchos los recursos que permiten manipulaciones a posteriori; igualmente sobre la marcha el acuarelista debe improvisar a cada paso, y recurrir a “argucias”, que no son sino fruto de la experiencia en el manejo de esta bella técnica. Suele decirse: –cuando te equivoques en una pincelada o una descarga, repite el error, y se convertirá en acierto.
Lo que no debemos hacer, es considerarla como si de una técnica opaca se tratara, y obcecarnos en superponer capas, es entonces cuando aparece el efecto “machacado”. Si trabajamos sobre “seco”, hay que calcular muy bien el solapamiento de capas atendiendo a la “temperatura” del color: los rojos y anaranjados siempre irán debajo, las mezclas de “complementarios” se ensucian… etc.
Muchos desesperan, y "aburren" con la acuarela, o mejor dicho con los pobres resultados obtenidos; ante una técnica tan inestable e imprevisible es fácil caer en la desesperación, en gran medida el secretillo está en la paciencia: y es que el factor tiempo de secado es tan fundamental que resulta muy difícil de aprender con libros, la mejor manera de aprender acuarela es… ver hacer. Así pues, cuando veas a un acuarelista trabajando, no dudes en pararte y observarlo; y piensa en lo que te digo de los tiempos entre descarga y descarga.

miércoles, 8 de abril de 2009

Hablemos de acuarela (1)

Si entristeces, practica acuarela. La técnica del agua, no solo produce obras cargadas de emotividad, expresividad, y colorido. Para el que la practica con asiduidad se convierte en un gran motivo de gozo; como pocos. Sus resultados aparecen de inmediato, la mar de las veces en una sola jornada; y cuando la cosa sale bien, (no siempre), el semblante del autor resplandece de satisfacción. La acuarela alegra.







Realicé la acuarela de arriba en pocos minutos, empleé un solo pincel de tipo oriental, “petit gris pur” sobre papel Fabriano estirado, de grano medio, y en posición vertical; recurrí al papel absorbente para extraer claros, y a la uña para “vaciar” los troncos del matorral, al final reforcé algunos espacios vacíos y los restregados del primer plano cuando el pigmento estaba semihúmedo, (no me interesaban las superposiciones de capas en este caso).



A veces se recurre a la témpera en la manipulación de la acuarela, (espero que ningún “purista “ lea esto). Así lo hice en la acuarela inferior; en aras de conseguir una atmósfera distante, fundida y sutil; descargando témpera en lugares oportunos, incluso he pecado de manipular las nubes… -¡no tengo perdón. Bueno, la cuestión radica en que no se note el impasto, (algunos también abusan de las “reservas”) –¡ si no pasa ná…


Hace unos años yo también era “purista” pero visite el Museo Lozano Sidro en Priego de Córdoba, allí pude deleitarme con los magníficos cuadritos al guache del citado autor, desde entonces perdí los perjuicios hacia la témpera, y es que con los años… uno se va “atemperando”.

martes, 7 de abril de 2009

Sin Dibujo no hay Paraiso (1)

Conocí a Pere Pons hace un par de años, en una conferencia impartida en Sevilla a los miembros de la Agrupación de Ex-libristas de Andalucía, me interesaban sus grabados especialmente.

Hace poco ha llegado a mis manos una publicación de dibujos: "Granada Dibujada, tomo V" editada por Caja Granada donde aparece Pons presentado unos magníficos dibujos a grafito de pueblos del Califato.

El que muestro a continuación lo he seleccionado para que lo copien mis alumnos, al tiempo que lo hemos diseccionado, analizando su composición, descargas de lápiz, y sutilezas varias, sobre todo en el magnífico viñeteado del primer plano. Ha sido una gozada.





Y es que "sin dibujo... no hay paraiso", o lo que es lo mismo: los que pretenden hacerse artistas sin dominar el dibujo están condenados al "infierno" de la descalificación.


En este magnífico ejemplo de bien hacer, Pons derrama su ámplio bagaje de posibilidades grafico-plásticas, donde su sensibilidad para escoger el motivo, para eliminar lo accesorio, y para aplicar el lápiz blando de manera armónica, elevan su representación a cotas que recuerdan a Fortuny,o a Sánchez Perrier.


Betty Edward, la autora del "Aprender a dibujar con el lado derecho del cerebro" situaría este ejemplo en el estrato superior de las Habilidades Básicas que todo dibujante debe dominar: la gracia, y esa búsqueda de la gracia, debe ser una constante en el Arte, trátese de la disciplina que sea. Sabemos que ese requisito lo cultivaron profusamente en la Grecia Clásica, y en el Barroco se convirtió en una obsesión. Hoy, debemos tenerla presente, y cuando lleguemos a aprehenderla casi sin esfuerzo... entonces podremos transgredirla, pero no antes.

lunes, 6 de abril de 2009

Pensares e decires (1)





En cierta ocasión, me calificaron como un pintor "camaleónico"; creo que acertaron. Y es que soy aprendiz de todo y maestro de nada.
Me desenvuelvo medianamente frente a técnicas dispares, y siempre he rehuido encasillarme en una línea determinada, a veces estoy trabajando al mismo tiempo en un retrato al "pastel", y lo aparco para hacer abstracción matérica, al tiempo que resuelvo una acuarela marinera... el arte es abordable desde infinitas opciones, la mía creo que va en la línea de la libertad expresiva, la variedad, y el eclecticismo. Posiblemente, esta manera de hacer signifique sacrificar perfeccionismo, en aras de evitar el etiquetarme, (y puede que alienarme), así pues, soy un pintor "sin personalidad", al menos eso digo cuando me preguntan.


Estas dos acuarelitas pretenden simplemente jugar a componer, mediante planos adyacentes, con una gama cromática limitada. El motivo es la tauromaquia, un ¿arte? para algunos, no es mi caso, los toros no son santo de mi devoción, aunque a veces su plasticidad me subyuga.
Son dos motivos sencillos, sintetizados y metamorfoseados, donde las formas planas establecen entre sí conexiones y diálogos abarcables, dispuestas en un marco espacial de formato cuadrado, propio de la pintura abstracta y minimalista.
Propongo este tipo de ejercicios, tanto en acuarela como grafito, (sustituyendo en este caso el color, por tramas mas o menos entrecruzadas y en diferentes grados de dureza).







domingo, 5 de abril de 2009

Unas pinceladitas sobre mi













En una ocasión dijeron de mí, que era un pintor camaleónico, creo que acertaron. Cuando me preguntan sobre mi tendencia, respondo que no tengo "personalidad artística"; puede que eso de encorsetarse en una línea de trabajo sea pragmático y efectivo; puede que conduzca a algún tipo de perfeccionismo... pero esa manera de hacer no va conmigo.





Prefiero lo investigativo, lo sorpresivo, lo ecléctico... por la libertad que me supone a la hora de probar con materiales. O profundizar un poquito, en la obra de algunos maestros como Klee, Mondrian, Cezanne..., o acercarme a Rembrand y a Lucien Freud, aunque solo sea para rozar levemente el aroma de sus texturas, de sus trazos, de su visión del mundo.





Soy consciente de la mediocridad de mis producciones, y profeso respeto por los profesionales que se han ganado un hueco en el difícil mundo del Arte actual; pero al tiempo, trato de realizar permanente crítica sobre la vacuidad y el desenfreno de muchas propuestas actuales, basadas en el snobismo y/o la falta total de dominio en materia dibujística.





Pienso, como dijera Antonio Gala hace ya bastante, que -"el Arte no puede salvar al mundo, pero sí que puede crear personas que luchen por ello". Y hoy, que todos buceamos por la RED, uno se encuentra a gente estupenda, que hacen honor a lo referido por Gala, tal es el caso de http://www.eduarddecabrera.com/unaopinion.htm, os aconsejo su lectura.





Las dos acuarelitas que aparecen a continuación son "composiciones" sin otra pretensión que la de jugar con el equilibrio espacial, y de paso probar una gama cromática limitada, se trata de mi visión sobre el toreo, esa forma de ¿arte?, que dicho sea de paso, no es mi deleite.