miércoles, 8 de abril de 2009

Hablemos de acuarela (1)

Si entristeces, practica acuarela. La técnica del agua, no solo produce obras cargadas de emotividad, expresividad, y colorido. Para el que la practica con asiduidad se convierte en un gran motivo de gozo; como pocos. Sus resultados aparecen de inmediato, la mar de las veces en una sola jornada; y cuando la cosa sale bien, (no siempre), el semblante del autor resplandece de satisfacción. La acuarela alegra.







Realicé la acuarela de arriba en pocos minutos, empleé un solo pincel de tipo oriental, “petit gris pur” sobre papel Fabriano estirado, de grano medio, y en posición vertical; recurrí al papel absorbente para extraer claros, y a la uña para “vaciar” los troncos del matorral, al final reforcé algunos espacios vacíos y los restregados del primer plano cuando el pigmento estaba semihúmedo, (no me interesaban las superposiciones de capas en este caso).



A veces se recurre a la témpera en la manipulación de la acuarela, (espero que ningún “purista “ lea esto). Así lo hice en la acuarela inferior; en aras de conseguir una atmósfera distante, fundida y sutil; descargando témpera en lugares oportunos, incluso he pecado de manipular las nubes… -¡no tengo perdón. Bueno, la cuestión radica en que no se note el impasto, (algunos también abusan de las “reservas”) –¡ si no pasa ná…


Hace unos años yo también era “purista” pero visite el Museo Lozano Sidro en Priego de Córdoba, allí pude deleitarme con los magníficos cuadritos al guache del citado autor, desde entonces perdí los perjuicios hacia la témpera, y es que con los años… uno se va “atemperando”.

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